Somos hinchas de Boca. Conocemos de locura y de pasión. Sentimos lo inexplicable y vivimos lo increíble. El sentimiento abrasador arde en nuestro interior en su afán por exteriorizarse, impotente nos sentimos y perdidos sin nuestro Boca. Lo buscamos por todas partes, en los diarios, en las noticias, pero no es suficiente. Necesitamos más. Las novedades en el Mundo Boca no nos completa del todo, porque, si bien también forma parte de ser hincha de Boca el esperar la muerte de la eternidad para vislumbrar a nuestro Xeneize, sin ver flamear la azul y oro nuestra vida pierde color, nuestros sentidos se alteran y este latido, este latido adicional que siente cada hincha de Boca, se apacigua y palpita triste, sin vida. A Boca lo vemos en todas partes, en el cielo azul y sus estrellas amarillas, en el brillo del sol y la eternidad celeste oscura, en el mar y el reflejo de aquella luz dorada. Hasta tal punto que esto se vuelve un delirio enardecido. Nosotros que conocemos de locura no soportamos este delirio. Los ojos se nos dilatan, la sonrisa se nos escapa con la desaparición de nuestro soldado azul dorado y no vuelve hasta que él aparece. Esperamos con ansiedad una nueva batalla, en la que nuestro gigante caballero aparezca de entre las sombras e ilumine nuestras vidas con el destello de sus estrellas. Hasta entonces, nuestros días se tornan oscuros, grises, ensombrecidos. Necesitamos a Boca. ♥♥