¿ Y donde fueron a parar el brujo y el que prendía velas a diario? ¿El que robaba huesos al cementerio y los vendía a precios exhorbitantes? ¿El que fue al exterior a pactar con entes demoniacos? ¿ El que hacía fiestas a deidades? Al yeso y la madera... Fueron reducidos a nada porque se apuntalaban sobre mero poder adquisitivo, una fe falsa expuesta a los incautos que se complacen en las cosas que se ven. Ahora, por el mismo redil ya ni se ven en las calles.