La felicidad no es permanente, cuanto más se la nombra más se ausenta. Le aterra ser un estado permanente, es fugaz como las estrellas.
La felicidad tiene fecha de caducidad pero también fecha de llegada, el momento.. Menos esperado. Nos sorprende.
La felicidad no necesita de alagos, es algo rebelde, vaga y caprichosa. Por eso no es fácil de complacer, complacer para que nos acompañe más tiempo.
Se asemeja al amor, pero rara vez le cuidamos. Por eso uye y se resguarda, esperando escondida a que la volvamos a encontrar.
La asusta nuestra tristeza, frialdad y codicia.