Y digo lo poco, porque tener a victoria tan lejos me destruye lentamente. Lo que aquí ocurrió, este azar de conocernos en el verano, y descubrir que la cura a mi locura, la compañía a mi soledad, tiene en realidad un nombre; y que ella logra en mi cosas que nadie a logrado, hace de mi persona algo mejor... Realmente, estoy muriendo con solo pensar que, por culpa de este maldito destino, puedo llegar a perderla. Las noches son un amargo letargo, y no puedo evitar el llanto;