SILLAS VACÍAS
Se acerca el fin de un año y empiezan los preparativos: la decoración, el menú de la cena, el lugar donde reunirse... y aparece la pregunta inevitable: ''¿Cuántos somos esta noche?''. Y en la respuesta, aparecen, implícitamente, las ''sillas vacías''. Las personas que no están. La persona que está lejos, la que la vida llevó por otro camino, la que eligió no estar, la que se enemistó, la que se la llevó la muerte... y aparece la tristeza. Y las ''sillas vacías'' duelen. Y necesito ese abrazo contenedor y prolongado que no va a llegar... y extraño tu sonrisa... y los ojos se llenan de lágrimas... y duele... pero es la realidad. Y a la realidad hay que aceptarla. Entonces suspiro hondo y giro la cabeza. Y veo las ''sillas ocupadas''. Son las personas que me aman de verdad. Y sonrío. Así es parte de la vida: pérdidas y ganancias. Así voy a brindar el 31, con lágrimas contenidas por las ''sillas vacías'', y sonriendo desde el alma por las ''sillas ocupadas''.