Llevo tatuado el universo en mi cuaderno, desde que la luna se desprendió del cielo y cayó en medio de tu pecho. Miles de letras invaden mis renglones al igual que millones de lunares viajan en tu espalda, mientras los planetas bailan atravesando tus galaxias. Un par de estrellas imitan a tus ojos, en eso, los cometas juegan en tus pupilas, mis manos fugaces acarician tus mejillas, y yo, bueno; yo me pierdo en el vaivén de tus caderas... mis pies se desvanecen ante la música difusa, musa de mis mejores poesías, recitando los días convertidos en sonetos con el corazón envuelto en este romance, soñando que en tu boca está el epicentro de este poeta. Aquel que siempre te espera, se desespera, siempre te piensa, aunque tarde o temprano voy a encontrarte; en un rincón del espacio, en Júpiter o marte. Cruzaría descalzo la vía láctea con cientos de frases en la punta de la lengua, provocaría terremotos en el borde de tus senos y llegaría al éxtasis a través de tus deseos. Puedo ser un lunático poético, o un astronauta frenético, puedo ser tu noche más lúcida o más oscura, el color de tu cordura o el expreso a la locura; podría ser lo que quisieras, el mar que se desata entre tus piernas. Sólo ven; yo te enseño a hacer el amor entre poemas